Al final la primavera es precisamente eso; una transformación, un resurgimiento, un renacimiento. Nos sacudimos el letargo del invierno y comenzamos a contagiarnos de la energía renovada y la alegría de la primavera. De alguna manera, somos más conscientes de nuestras ganas de disfrutar, ¿verdad?
Con nuestro estilo ocurre algo parecido e irremediablemente eso se refleja en nuestros armarios. Nos apetece color y más color, deshacernos de esas prendas que nos han servido “de escondite”, renovarlas por “versiones” más ligeras y hasta reencontrarnos con piezas de otras temporadas con la ilusión de quién estrena sin realmente hacerlo.